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miércoles, 15 de septiembre de 2010

El retorno del western

Casualidades de la vida: por un lado, acabo de terminar la lectura de "Meridiano de sangre" hace dos días, y por otro lado, esta tarde me elijo para la hora de la siesta una peli que aún no había visto: "Thelma y Louise" (sí, ya sé que tengo delito, que desde el año 1991 que se estrenó ya ha llovido bastante, incluso en Murcia). Y digo casualidad porque estas dos obras comparten un personaje principal que no es humano: el paisaje.

A mi padre le chiflan los westerns. Él no los llama así, claro. Para él son "una del oeste". Le gustan hoy y le gustaban hace veinte años. Cuando zapea todos sabemos que si aparece una escena del oeste, dedicará un minuto o dos a verla, y las probabilidades de que quiera dejar la tele en ese canal son altas. Normalmente no puede dejarlo ahí (es el problema de tener cinco hijos, que la competencia y presión sobre la tele es muy alta), pero muy probablemente hará el intento. Mi hermano y yo tenemos una broma con él, algo que alguien dijo un día en un periódico de que John Wayne era homosexual, y desde entonces siempre que aparece este "tío duro" le soltamos algo como "mira, ahí está tu ídolo...". Él nos mira con resignación, como pensando "payasos cabrones", se sonríe un poco y todos tan felices. Hace veinte, treinta años, también le gustaban, más si cabe, pues no había tanto fútbol (su otra pasión mediática, hoy saturadora de las ondas). El resultado es que, sin elegirlos personalmente, me he tragado muchos western, especialmente siendo un crío.

Cuando empecé con el libro de McCarthy lo hice un poco dudoso. Arrugué la nariz: Hmm... otro western novelado. ¿Los topicazos de siempre? ¿Los mismos cowboys arquetípicos, con una profundidad de personajes inferior a la del Mar Menor? Cuando lo terminé, sabía que no. Bueno, lo de la profundidad de los personajes sí, un poco, pero en este caso no es algo malo. El libro habla de la maldad humana, fenómeno eterno, presente en los pistoleros de la novela, en el violador-no-consumado de Thelma y Louise, en el hombre del año 2010 y que estará, me temo, en el hombre de los próximos siglos, mientras consiga sobrevivir en este planeta. Meridiano de sangre es un escaparate del lado oscuro de nuestra alma (¡oh, qué frase tan poética!, seguramente no sea mía) y, aunque llena de atrocidades, no se regodea en el aspecto gore, pero tampoco se corta a la hora de ser crudo. Leer sobre un árbol "adornado" con cadáveres de bebés siempre es algo desagradable, ¿verdad? El caso es que se han escrito muchas reseñas de esta novela mejores de lo que yo seré capaz de escribir en toda mi vida, así que quien esté interesado que lea. Por cierto, para el 2011 está previsto estrenar la peli de esta novela [http://www.imdb.com/title/tt0983189/] aunque me temo que a mi padre no le gustará esta "del oeste".


El paisaje de la frontera (nota: tararear "Border line" mientras se lee este párrafo) entre EE.UU. y México es uno de los grandes protas de la novela. Cuando el autor se regodea en sus prolijas descripciones te sientes casi transportado. Grandes llanuras, geología vieja, vieja, viejuna, desiertos agobiantes, escasez de agua, montañas rocosas, el hombre de Marlboro asomado al borde del cañón del Colorado... Vamos, lo típico de los grandes paisajes del far west (o del desierto de Tabernas, que viene a ser parecido). Quien haya visto un par de pelis del oeste sabe de qué hablo.

En Thelma y Louise volvemos a ver una del oeste. Un western feminista donde los caballos tienen motores, las diligencias transportan combustible en cisternas, el sheriff lleva luces rojas y azules en su coche y un helicóptero de apoyo, pero donde las pistolas siguen matando de un tiro y donde siempre hay un saloon donde tomar un trago y reponer fuerzas antes de continuar el viaje. Y donde siempre hay una chica guapa con carácter (¡dios, cómo estaba la Geena Davis en el 91, los primeros minutos de la peli está que se rompe la muy buenorra!)

El viaje. Tanto la peli como la novela se desarrollan durante los viajes de sus respectivos protagonistas. En ese sentido, son poco originales (Homero ya nos contó una historia de viajes con un tal Ulises), pero el viaje es un elemento central. Y asociado al viaje está el paisaje (y encima riman, mira tú por dónde). Los grandes paisajes desolados y desérticos del final de la peli recuerdan mucho a las descripciones de McCarthy de los desiertos tex-mex. Son paisajes donde el hombre se descubre más pequeño de lo que creía, sin necesidad de mirar al "globito azul" desde una nave espacial. Es suficiente adentrarse un poco en el desierto para darse cuenta de que estamos rodeados de desolación. Y de pronto se descubre reflejada esa desolación dentro de uno mismo. Y a lo mejor no nos gusta lo que vemos, pero tiene su morbo asomarse a esa parte reseca que todos llevamos dentro.

En fin, si uno quiere experimentar algo parecido cerca de Murcia, que se vaya a Calnegre en verano, deje el coche en el pueblo y de ahí camine hacia Almería, por la costa. En cuanto pasas las primeras calas atestadas de gente, encontrará paisajes como estos que digo. También cerca del Cabo Tiñoso, o entre éste y el Portús, lo que podría llamarse el territorio del palmito. Son paisajes que nos transportan a nuestro propio interior.

Por mi parte, creo que el western se ha convertido en un género inmortal. Asimov tenía un ensayo en el que hablaba sobre cómo escribir ciencia ficción y mencionaba al western (curioso, ¿eh?), pero yo ya me he cansado de escribir, así que quien esté interesado tendrá que buscarlo.

Vale por hoy, que me animo y no me paráis.

Foto: "rocky mountains" en Blanca, junto al río Segura. También recuerdan a los paisajes del oeste, ¿a que sí?

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