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lunes, 29 de noviembre de 2010

Las manos del campeón

La vida es una partida de póker. Se puede farolear, pero no demasiado.

Me gusta ese mantel rojo. Queda elegido para las próximas timbas.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Exorcismos

Exorcismos no funcionan
para echarte de mi cuerpo
te metiste hasta los huesos
sin ti, vivo, sin ti... muerto


(aburrido en un autobús, de vuelta del noroeste, y pensando en tú-todas)

-
Por cierto, hablando de exorcismos, el domingo día 7 de noviembre, caminando por la costa de Águilas me encuentro esto:
Creo que es material de primera calidad para exorcismos.

Lo cual me lleva a apuntar que esa misma noche me terminé esa maravilla en forma de videojuego llamada Monkey Island 2. Sí, ya sé que llego un poco tarde, pero era una de esas cosas que tenía pendientes de terminar en la vida, así que... ¡tachado de la lista! Más vale tarde que nunca. Ahora, a por la siguiente de la lista.

Por cierto, a quien pregunte qué relación tiene el MI2 con exorcismos es que no sabe de qué va el juego, o no se ha pasado aún por la gruta de la hechicera vudú, lo cual indica que no está muy avanzado.

viernes, 12 de noviembre de 2010

The only way is up

- No hay salida
- Sí la hay, nena
- ¿?
- (señalando con el mentón) La única salida es hacia arriba, pequeña
- (mirando) ¿Eh? ¡Anda, es cierto! ¡Pero no se ve nada!
- ¿Y...?
- ¡Puf..! Es que me da miedo... Arriba, ¿qué vamos a encontrar?
- No lo sé. Subamos y miremos
...
- Por cierto, se te ve un buen culo desde aquí ;-)

Vista desde Torre Cope (Águilas), con un chichón y una brecha en el cráneo.

viernes, 5 de noviembre de 2010

¿Se acerca la hora de la justicia?

Si tuviera espíritu vengativo, y arriesgándome a reír antes de tiempo (quien ríe el último...), soltaría mi risa maléfica, como nos han enseñado tantos malvados en el cine (y en el mundo de los BOFH, gracias manowar y wardog): ¡¡muhahahahahahaha!!

Pero como no lo tengo, y soy prudente, esperaré a ver en qué para esto.

Los municipios españoles reclamarán a la SGAE:
http://www.cyberhades.com/2010/11/04/100-municipios-se-unen-a-todoscontraelcanon-y-demandan-a-la-sgae/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=100-municipios-se-unen-a-todoscontraelcanon-y-demandan-a-la-sgae


En fin, esperaremos a ver si la justicia llega sin que la traiga Spiderman de la mano, pero estaremos con un ojo abierto.

El morrón

Impresionante vista (la foto no le hace justicia) la del Morrón de Espuña, subiendo por la carretera desde Totana.

Cómo me volví un voyeur

Hoy lo he descubierto. Un buen día, poco después de cumplir los 24, y justamente recién comprado mi primer coche, comencé a aficionarme a mirar por los agujeritos. Por entonces yo era un cándido. Al principio era algo inocente: asomarme a una ventana abierta, una puerta mal cerrada, el bolso de una amiga en una cafetería cuando había quedado medio abierto al caer de manera casual sobre la mesa...

El caso es que poco a poco fui convirtiéndome en un espía cada vez más atrevido. Empezaba a empinarme para mirar por las ventanas de las casas al caminar por la acera, a asomarme a las ventanillas de los coches, especialmente si llevaban los cristales tintados... Llegué a preocuparme cuando me sorprendía en mitad de la noche espiando a mis hermanos e incluso a mis padres por el agujero de la cerradura de su cuarto. Aprendí así muchas cosas de la vida (pues aunque tuviera 24 años, yo había sido un cándido hasta entonces). Pero no podía evitarlo. Cada vez quería más. Una vez, dos amigas lesbianas me sorprendieron y, extrañamente, en vez de reprocharme mi actitud, me invitaron a pasar al cuarto a unirme a ellas. Yo salí corriendo, pero... ¡es que seguía siendo un cándido!

Hasta hace unos días, nunca me había planteado la cuestión de si habría habido un detonante, un suceso puntual que hubiera dado lugar a esa costumbre. Quizá existiera, pero tendría que haber sido algo inconsciente, algo que delicadamente se hubiera implantado en mi cerebelo y, poco a poco, me hubiera convertido en un mirón. Una vez plantada la semilla, el desarrollo era inevitable.

Hoy lo he descubierto. Estaba sentado en mi coche, parado en un semáforo, y se me ha ocurrido bajar un poco la barbilla, mirarme el calzado.

Y he visto claro cuándo fue la primera vez que miré por un agujerito.

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