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viernes, 18 de diciembre de 2015

Pensar como se habla y hablar como se piensa

Si no vives como piensas, acabarás pensando como vives

 Hoy me he sorprendido citando erróneamente la frase de arriba a un amigo. Me he dado cuenta de que he cambiado, sin ser consciente, el verbo vivir en la frase original por el verbo hablar, dejando el resultado más o menos así:

Si no hablas como piensas, acabarás pensando como hablas.


Pero el caso es que me convence el resultado después de cometer el error, pues creo que también es verdad la frase enunciada de esa otra manera. 

El contexto es que mi amigo suele bromear mucho con determinados temas que son políticamente incorrectos. No tengo nada contra una broma puntual o un chiste sobre cualquier tema, creo que ninguna vaca debe ser sagrada, y los temas políticamente incorrectos me la traen un poco floja (unos más que otros, la verdad). Pero si en vez de bromas puntuales pasamos a convertir en una rutina el contar chistes de mariquitas, o burlarnos de las suegras, los inmigrantes, el maltrato animal, los políticos, las putas, los yonquis, cualquier-profesión-que-se-os-ocurra, o incluso, el humillar a otros o a nosotros mismos, o cualquier otra cosa que se os ocurra, pienso que al final las probabilidades de que vayamos evolucionando poco a poco en nuestra forma de pensar hacia esa forma de ver la vida van aumentando gradualmente. And that's no good, brother.

 Foto: A pensadora - The Thinker - Quarta Sunset, Jônatas Cunha. Flickr.

Es de sobra conocida la importante relación entre lenguaje y pensamiento, e incluso es un tema clásico de debate si el pensamiento determina el lenguaje o si el mecanismo también funciona en el sentido inverso, pudiendo modificar o influir sobre nuestros pensamientos (estado de ánimo, capacidad de superación...) al modificar el lenguaje que utilizamos.

Así que, mi conclusión es esta: temas tabú para hacer una broma o un chiste, ninguno; pero nuestro discurso ha de ser, como regla general, coherente con nuestro pensamiento. Si no, mal vamos.

Por cierto, he dedicado un buen rato a buscar el autor de la frase original y no lo he conseguido, así que agradecería si alguien me puede dar alguna pista.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Las listas y el efecto Zeigarnik

Un consejo que suele repetirse en los métodos de productividad personal, de gestión del tiempo, de organización, de gestión de proyectos y muchos otros es el de realizar listas, con más o menos variantes sobre cómo utilizarlas. Y no es extraño; se ha demostrado que las listas tienen varias ventajas. El método GTD, por ejemplo, las recomienda, aunque no al tuntún, sino con ciertas características y principios (convertir las listas de "cosas", en listas de "acciones", por ejemplo). Yo las utilizo muchísimo en mi propia versión del GTD que aplico desde hace un par de años aproximadamente, y he de reconocer que me funcionan bastante bien.

Foto 1: Un tablero kanban. Fuente: Wikipedia.
 
Algunas herramientas de apoyo a la gestión de proyectos como los tableros Kanban utilizan un sistema en el que se trabaja con varias "listas", aunque allí se llamen con sus propios nombres (la pila [backlog], las tareas pendientes / en curso / hechas, o sus divisiones...).Y una serie de reglas y principios para gestionar esas listas y los movimientos de tareas de una a otra. Pero listas, al fin y al cabo.

Albert Espinosa, en El Mundo Amarillo, también decía algo parecido:

"...cómo voy ordenar los conceptos. Pues a través de una lista. 
Creo en las listas, me encanta. Soy ingenierio industrial, de ahí
que ame los números y si amas los números amas las listas."

En fin, que las listas son muy útiles, si se utilizan con un buen método, (ojo: por sí solas no valen mucho, pero con una metodología asociada, son un elemento clave). Mal usadas pueden ser "una mancha amorfa de cosas imposibles de hacer" (David Allen, Organízate con eficacia).

Es algo reconocido y muy estudiado que cuando uno apunta en una lista las tareas pendientes, por ejemplo, o las cosas que hay que comprar, la mente descansa. Mientras tenemos conciencia de que tenemos algo pendiente, algo que recordar, hay un runrún que nos va dando vueltas por la mente poco a poco, sin permitirnos descansar del todo. Esto al final se traduce en estrés, ansiedad y, a veces, en olvidos que pueden ser problemáticos. En palabras de Kerry Gleeson:

Esta preocupación constante e improductiva que 
experimentamos por todo lo que tenemos que hacer 
es lo que más tiempo y energía consume.

Pues bien, la semana pasada me explicaron que eso tiene un nombre: se llama efecto Zeigarnik, llamado así por el apellido de la psicóloga que lo estudió y describió formalmente. Básicamente, consiste en que tendemos a recordar mucho más aquellas cosas que tenemos pendientes que aquellas que ya hemos hecho. Por eso los camareros recuerdan mucho mejor lo que les han pedido y aún no han servido que aquello que ya han llevado a la mesa. O al menos eso dicen los experimentos. Está claro que el efecto Zeigarnik tiene un efecto positivo (el camarero puede ser más eficiente), pero también tiene una contraparte negativa, dándole vueltas innecesariamente a un asunto, hasta acabar mentalmente exhaustos.

Así que ya sabes: si quieres descansar la mente, anota las cosas que tienes en la cabeza y no te verás como el de la foto.

 Foto 2: Mono pensador. Fuente: Wikipedia.

Tenemos de tó

Si vamos de sobraos, pues eso, vamos de sobraos.

 

Carácter andaluz. Antequera.

viernes, 4 de diciembre de 2015

Dale volumen, coño, que es Sínkope

Joder, es imposible estar oyendo esto a tope y no querer compartirlo.Una joya detrás de otra.

Y, vivan las contradicciones, no he oído nunca una canción con una letra tan deprimente como Días de perro y que, sin embargo, me dé tanta energía. Es oírla y dan ganas de salir a comerse el mundo.

Ando tocao, pero no hundío, y, aunque algo dolío
Hay que ponerse pie
Voy a ver si consigo hacer las paces conmigo, pa volver a quererme
Pa volver a querer, pa salir de mi encierro y espantar días de perros
Y aprender a ganar aprendiendo a perder
Porque si ando gris, de to reniego, y con ponerme ciego no adelanto ná





¡Pedazo disco!

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Curso de Derecho Penal... amenizado

He de reconocer que a veces los textos jurídicos son un tostón. Sí, ya sé que la materia no da mucho de sí para salpimentarla de chascarrillos y retruécanos, pero vamos, se agradecería un poco más de interés.

Por eso, no quiero dejar pasar sin comentar que el otro día estaba yo estudiando un capítulo de un libro de Derecho Penal y, de pronto, al encontrarme con estos dos ejemplos, no pude evitar reírme. Y encima, consecutivos.


¿Quéééééé? ¿En serio? ¿Alguien enviaría a otro al bosque con la esperanza de que le caiga un rayo y lo mate? Y para colmo, sólo falta que el otro acceda al paseíto.

Pero el otro ejemplo también se las trae:



Joé con el sobrino. La verdad es que la probabilidad de pillar dinero así es más alta que si juega a la lotería.

Sí, una tontá, ya lo sé, pero me hizo despertarme cuando estaba a punto de dormirme y me permitió terminar el capítulo.

Gracias, profesor.
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