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miércoles, 21 de enero de 2009

¿Más cine? No, Aute: ¡mejor cine!

Lunes, 19. Thader, sala VIP. El Intercambio (A. Jolie, dirige y MUSICA: Clint Eastwood).
Floja y lenta. Me dormí un ratico. Algún que otro momento emotivo, pero de poquísima duración.
Respecto a la sala VIP, es la primera vez que entro, y porque entre semana el precio era el mismo, que si no, no me merece la pena. Lo único que tienes es más espacio entre las butacas, pero eso es una desventaja si vas acompañado, en vez de ser una ventaja. Y no lo digo con picaresca, sino con simple ingenuidad. A veces te apetece soltar una frase, o una ocurrencia en una escena concreta y, claro, si quien te acompaña está en el quinto pino, pues como que no. Además, como el asiento de delante está tan lejos (una ventaja de la sala VIP para que estires las piernas cómodamente), encima los pies no te llegan o te llegan por los pelos, no los puedes poner en el respaldo delantero y no estás todo lo cómodo que podías (vale, ya sé que eso de los pies en el respaldo delantero es una ordinariez, pero me dolían las piernas, en la sala sólo estábamos 4 personas y me apetecía). Y ¡qué coño!: si es una sala VIP, al menos que te pongan un soporte para estirar las piernas.

Martes, 20. Rex. Siete almas (Will Smith).
Lenta también, aunque algo más intensa (no demasiado, tampoco). También me dormí otro ratico. La idea de la peli está bien. Además, me sirvió para enterarme de que el animal más venenoso de la Tierra... no está en tierra, sino en el mar: la avispa de mar. Al menos, aparece en un contexto poético en la película. Un poco de poesía siempre viene bien, especialmente en estos tiempos tan grises. El otro detalle destacable son los labios de la prota. No es una tía especialmente guapa, pero tiene unos morritos impresionantes, de esos que te dan ganas de comértelos nada más verlos.

La verdad es que debo de ser yo, pero últimamente, me suelo aburrir en el cine. En fin, tendré que ir a ver algo español, a ver si mejora la cosa.

Foto: puesta de sol en la playa de Salobreña, hace unos años. Por suerte, la avispa de mar sólo está en las costas de Australia, así que aquí nos podemos bañar sin miedo. Hace tiempo que no veo esas tierras y esas aguas. Habrá que ir volviendo.

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