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jueves, 19 de abril de 2007

Extraños relojes

Estamos tan acostumbrados a que determinados objetos sean de una manera, que cuando alguno se sale del tiesto nos sorprendemos. Eso me pasó a mí con estos relojes en Italia la semana pasada.

Vale que uno tenga 24 horas, pero... ¿por qué empieza la primera hora, la I, donde suele caer el 4 (aproximadamente) en los relojes normales?

¿Por qué otro tiene los números en sentido antihorario?

Con las personas también me pasa a veces. Estoy tan acostumbrado a que sean de una forma particular, los mismos cabellos, las mismas barbas (o sus ausencias), que determinadas parejas sean siempre pareja, que otros siempre vistan el mismo tipo de ropa, las mismas gafas, conduzcan el mismo coche, muestren el mismo carácter, piensen las mismas ideas, coman la misma comida... que cuando hay cambios, no puedo evitar pensar lo ingenuo que llego a ser a veces.



Y lo peor es que sin cambios, sin muerte, no hay vida, no habría sitio para lo(s) que viene(n) detrás.

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