Perfecta la cena francesa de hace unos días gracias a una estupenda anfitriona, A. Cuando una cena comienza así de bien
no puede sino terminar estupendamente. Y más, rodeados de gente tan maja.
La mesa, exquisitamente preparada. Piruletas de queso, cruasanes con diferentes rellenos.
Inesperado souvenir: el gorro frigio de la revolución francesa. Liberté, egalité, fraternité.
La tele, vestida para la ocasión
Hasta las servilletas ambientadas. ¡De lujo!
¿Por qué será que todo suena mejor en francés?
En octubre del año pasado ya reflexionaba sobre esto.
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