Pues resulta que el otro día me pidieron que me aprendiera una poesía, monólogo, canción o algo por el estilo para decirlo en público, ante un grupito que hemos formado con la intención de hacer algo de teatro.
Y hete aquí que me acordé de una poesía de un libro de EGB (sí, en mis tiempos se llamaba así), que se titulaba "El médico cazador". No recordaba el autor, pero sí varios versos, así que suponía que sería cuestión de un pispás encontrarlo en Internet (perdón, en LA TODOPODEROSA INTERNÉSSS).
Pues no, resulta que "El médico cazador" no está en Internet. O al menos, yo no lo he encontrado. Así que me tiré un rato hurgando entre libros polvorientos hasta que al fin... ¡voilá! El autor se llamaba Vital Aza (y, curiosamente, tuvo un hijo médico de idéntico nombre. La verdad es que en la poesía no deja muy bien a los médicos).
Espero que os guste.
Como no tenía foto de ningún conejo (leer la poesía para entender esto), os pongo la de un gato que pillé sesteando el domingo pasado en Blanca. Así, podéis decir que os he dado "gato por liebre". (Vale, vale, un poco-bastante forzado, pero es que tengo prisa).
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El médico cazador (Vital Aza)
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Un doctor muy afamado
que jamás cazado había
salió una vez invitado
a una amable cacería.
Con cara muy lastimera
confesó el hombre ser lego
diciendo: -Es la vez primera
que cojo un arma de fuego.
Como mi impericia noto
me váis a tener en vilo.
Y dijo el dueño del coto:
-Doctor, esté usted tranquilo.
Guillermo, el guarda, estará
colocado junto a usted;
él es práctico, y sabrá
indicarle... -Así lo haré,
dijo el guarda; sí, señor;
no meterá usted la pata.
Verá usted, señor doctor,
los conejos que usted mata.
Siga en todo mi consejo:
¿Que un conejo se presenta?
Pues yo digo: ¡Ahí va el conejo!
¡Y usted tira y lo revienta!
-Bueno, bueno, ¡siendo así!
-Nada, que no tema usted.
Quietecito junto a mí.
Chitón y yo avisaré.
Colocóse tembloroso
el buen doctor a la espera,
cuando un conejo precioso
salió de su gazapera.
-Ahí va un conejo -le grita
el guarda- ¡No vacilar!
Y el doctor se precipita
y ¡pum! disparó al azar.
Y es claro, como falló
diez metros la puntería,
el conejo se escapó
con más vida que tenía.
El guarda puso mal gesto
y rascóse la cabeza.
Hubo una pausa, y en esto,
saltó de pronto otra pieza.
-¡Ahí va una liebre, doctor!
¡Tire usted pronto, o se esconde!
Y ¡pum! El pobre señor
disparó... ¡Dios sabe adónde!
Gastó en salvas, sin piedad,
lo menos diez tiros, ¡diez!
sin que por casualidad
acertara ni una vez.
Guillermo, que no era zote,
sino un guarda muy astuto
dijo para su capote:
-Este doctor es muy bruto.
¡No le pongo como un trapo!
¡Mas yo sé lo que he de hacer!
Y al ver pasar un gazapo
corriendo, a todo correr:
-¡Doctor! -exclamó Guillermo
con rabia mal reprimida-.
¡Ahí va un enfermo! ¡Un enfermo!
Y ¡pum!, ¡lo mató enseguida!
Umm! el teatro. Una pasión que motiva al menos pintado. A quitarse los complejos se ha dicho -qué bien que me parece-. Y los gatos, qué vida que llevan, igualita que la de los perros...a ese médico, por cierto, no creo que fuera.
ResponderEliminarPues parece que acaba con TODOS los males del enfermo, independientemente del que te haya motivado a ir.
ResponderEliminarNos vemos en "borrachossinfronteras". Ardo en deseos.
Yo también conozco esta poesía y una zarzuela del mismo autor que empieza:
ResponderEliminarYo he nacido una tarde serena
Muy cerquita de Pola de Lena
Pola de Lena, villa asturiana
Donde me iría de muy buena gana.
Cuando quince añitos tenía
Estudiaba para ama de cría;
Unos estudios muy convenientes
Donde me dieron un sobresaliente...