Había (¿hay?) una poesía de Gloria Fuertes que recuerdo vagamente de algún libro de lectura del colegio, pero que no he conseguido encontrar en Internet. No sé si es que estaré perdiendo facultades buscadoras, o es que Google no lo sabe todo (¡blasfemo, hereje!) pero el caso es que no la encuentro. Decía algo así más o menos:
Las manos acarician y hablan
pegan y hablan
tocan y hablan
aprietan y hablan
agarran y hablan
y hablan, y habla, bla, bla, blan...
Me encanta ese final.
Bueno, seguro que el poema original no era exactamente así, pero creo que se pilla la idea. El caso es que también nos pueden decir cuándo su dueño está estresado.
¿O no?
P. D. Si alguien encuentra el original, por favor, que me lo remita para rendirle honores adecuadamente.
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