Vale que a veces necesitamos desahogarnos.
Vale que ese desahogo puede implicar insultar a alguien (especialmente, si es la causa de nuestro "ahogo").
Pero, ¿hacía falta llegar a esto?
(Probablemente, sí. Me huelo que quien escribió esto se quedó corto/a).
Esto me recuerda la única vez que se me ocurrió insultar a alguien por escrito. Fue en el colegio. "La Susi" se había metido conmigo, y yo me dediqué a escribir la canción de "Susanita tiene un ratón...", sin cambiar ni un ápice la letra. Eso sí, la iba acompañando de dibujos obscenísimos (bueno, todo lo obsceno que puede ser uno a los doce años). A todo eso, la señorita Ana (supongo que aún seguirá por el cole, pues era muy joven) me espeta:
- J, ¿qué es ese papel que tienes en la mano? ¡Dámelo!
- No, señorita, si no es nada
- ¡He dicho que me lo des ahora mismo!
...(entrega del papel)...
- Desde luego, J, no me esperaba esto de ti. Anda, vete a tu sitio.
Y ahí quedó la cosa. Pero yo sabía que en el ránking particular que tenía la señorita Ana, yo había descendido varios puestos.
Desde entonces, me limito a insultar de pensamiento, palabra u obra (pero no escrita).
¿Habéis insultado a alguien por escrito? ¿Os han pillado?
Y sí, lo que se ve al fondo de la foto es la catedral de Murcia, y el río es el Segura.
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martes, 28 de noviembre de 2006
martes, 21 de noviembre de 2006
Sólo los mamíferos tienen pelo
¿Alguien sabe por qué se dice "Donde hay pelo, hay alegría"? Y no, no me valen explicaciones simplistas-sexuales (aunque quizás sean las únicas buenas y verdaderas, no sé).
Porque digo yo, que también podrá haber alegría en zonas donde no hay pelo. Si no, ¿por qué coño cada vez se depila más gente? ¿Queremos ser cada vez menos alegres, más tristes? O a lo mejor lo estamos siendo sin darnos cuenta. Si dejáramos de depilarnos, afeitarnos, pelarnos...
Ah, los tiempos "moernos"...
(Vale que de vez en cuando me afeito, pero NO es agradable. Ojalá no tuviera que hacerlo).
Porque digo yo, que también podrá haber alegría en zonas donde no hay pelo. Si no, ¿por qué coño cada vez se depila más gente? ¿Queremos ser cada vez menos alegres, más tristes? O a lo mejor lo estamos siendo sin darnos cuenta. Si dejáramos de depilarnos, afeitarnos, pelarnos...
Ah, los tiempos "moernos"...
(Vale que de vez en cuando me afeito, pero NO es agradable. Ojalá no tuviera que hacerlo).
martes, 14 de noviembre de 2006
En mi tierra hay un río muy "salao"
El domingo 5/11 fuimos a una excursión que organizó la Universidad de Murcia por las ramblas Salada y de Ajauque (están entre Santomera y Fortuna, en Murcia), y por el nacimiento del río Chícamo (Abanilla, Murcia). Estas ramblas pasan por un tipo de tierras especiales (margas) que por lo visto se disuelven mucho, y el caso es que van dejando bastante sal en el agua. Tanta, que incluso en la Rambla Salada hubo a principios del s. XX unas salinas que producían unas 10.000 toneladas al año, que no es mucho, pero daba para vivir a unas 10 familias.
Según nos explicó la guía, una profesora de biología, Charo (si no recuerdo mal), lo peculiar de estas ramblas / ríos es que son hipersalinos (es decir, que tienen una concentración de sal mayor que la del agua del mar, aunque esto no está bien definido, ya que según nos han enseñado desde siempre, no tiene la misma concentración de sal el agua del Mar Muerto que la del Mar Menor, ni éste que la del Mediterráneo. Ni siquiera la del Mediterráneo es uniforme en todas partes. Pero bueno, más o menos, nos vamos entendiendo). Y lo curioso es que...¡es el único sitio de Europa donde se da este fenómeno! Esto afecta tanto a la flora (más propia de salinas en la costa, y que aparece aquí, a 60 km del mar) como a la fauna (aves propias de zonas costeras). En fin, que estuvo muy chula la excursión.
Os dejo unas fotos. Aquí hay alguna más.
Hay que ver, yo aquí escribiendo esto, y mientras tanto, la Lafourcade cantándome aquéllo de
Según nos explicó la guía, una profesora de biología, Charo (si no recuerdo mal), lo peculiar de estas ramblas / ríos es que son hipersalinos (es decir, que tienen una concentración de sal mayor que la del agua del mar, aunque esto no está bien definido, ya que según nos han enseñado desde siempre, no tiene la misma concentración de sal el agua del Mar Muerto que la del Mar Menor, ni éste que la del Mediterráneo. Ni siquiera la del Mediterráneo es uniforme en todas partes. Pero bueno, más o menos, nos vamos entendiendo). Y lo curioso es que...¡es el único sitio de Europa donde se da este fenómeno! Esto afecta tanto a la flora (más propia de salinas en la costa, y que aparece aquí, a 60 km del mar) como a la fauna (aves propias de zonas costeras). En fin, que estuvo muy chula la excursión.
Os dejo unas fotos. Aquí hay alguna más.
Hay que ver, yo aquí escribiendo esto, y mientras tanto, la Lafourcade cantándome aquéllo de
Pero el planetaMe encanta esta canción.
gira y gira a la derecha
y cada vez ya la noche es más tibia
y sin amor se enfría
no tengo un hombre ni a Gael García
me siento tan vacía
a ver, a ver, que pasa en el siguiente día...
Matar al padre
A veces necesitamos que alguien nos lleve de la mano hasta algún sitio al que no hemos sido capaces de ir por nosotros mismos. Es nuestro "padre" (por favor, no me vengáis con chorradas sobre corrección política, que se me altera la úlcera). Esto es evidente en los niños pequeños, cuando están empezando a andar, pero también es cierto cuando somos mayores.
Pero llega un momento en el que, por muchísimos motivos, tenemos que "matar al padre" para seguir creciendo.
Desde niño me ha fascinado la magia con cartas, cuerdas, botones, etc... (Juan Tamariz, "Nada x Aquí"...). Incluso alguna vez me atreví a intentar realizar algún truco, sin demasiado éxito. La cosa quedó ahí, aparcada. Lo único que me sabía hacer era disfrutar cuando tenía la suerte de pillar en televisión algún mago, cerrar la boca al terminar y recoger las babas con la fregona.
Años después, un día a finales de 2005, apareció L por casa, se sacó una baraja y me hizo un truco. Creo recordar difusamente el juego que era, aunque no estoy del todo seguro. Se ve que ese día yo estaba especialmente despierto (habría tomado café del bueno), le hice las preguntas apropiadas, intuí la base del juego, apunté, disparé y... ¡acerté! Si L no me hubiera ido confirmando mis sospechas, mis intuiciones, probablemente yo no podría haber ido dando los pasos siguientes, pero el caso es que lo hizo. Me fue llevando de la mano. (Según me dijo, si mis preguntas no hubieran ido bien encaminadas, no me habría revelado el truco). El caso es que todo el universo confabuló a mi favor. L fue "mi padre" en el tema de la MAGIA (algo que nunca le agradeceré lo suficiente). Después, ver cómo iban subiendo de nivel sus trucos fue un fuerte estímulo que me animó a ir imitándolo, a intentar conseguir yo hacer esos mismos trucos. Aunque nunca he llegado (NUNCA LLEGARE) a su nivel, el caso es que conseguí un nivel "decente", o al menos "autosatisfactorio", con 5 ó 6 truquillos que me permitieron encandilar a un par de parientes y arrancar aplausos de tres o cuatro amigos. Nada especial, pero a mí me valía.
L me puso en el camino. Después conseguí algunos libros y vídeos sobre el tema, y empecé a leer y estudiar por mi cuenta. Empecé a llevar una baraja siempre encima (L me regaló varias). L seguía avanzando y perfeccionando, y parecía (parece) dispuesto a llevarme de la mano siempre y cuando yo pusiera (ponga) interés de mi parte. Pero yo no podía limitarme a ir imitando sus trucos. Un día vi un truco en un vídeo de Juan Tamariz, lo repasé de arriba abajo varias veces (o mejor dicho, de atrás adelante), rebobinando, reproduciendo, rebobinando de nuevo, reproduciendo a cámara lenta... Lo ensayé muchas veces, iba paseando por la calle con la baraja en las manos, hasta que de pronto... voilà! Me salió. Lo probé con mis sufridos espectadores de siempre y funcionó. Mi siguiente reto era hacerle el truco a mi "padre" y ver qué opinaba.
Cuando vi a L esa noche, yo estaba un poco nervioso. Le enseñé el truco, me salió bien y le gustó. Por supuesto, captó el truco desde el primer momento, pero eso no me importaba; de hecho, yo contaba con eso. Simplemente, quería que me dijera si me había salido bien. Cuando lo terminé, comprendí que aunque no le hubiera gustado a él, me daba igual, porque yo sabía que me había salido bien, es decir, a MI me había gustado. Ese día sentí que me había soltado de la mano de mi "padre", y que había dado un paso por mí solo. Ese día había "matado al padre". Fue una pequeña-minúscula-insignificante alegría (demostrarme que podía andar sin ir cogido de la mano), pero al mismo tiempo, también una pequeña-minúscula-insignificante tristeza (aún no sé decir por qué exactamente).
Por supuesto, aún sigo andando a trompicones, mientras que mi padre está corriendo la maratón de San Silvestre, pero... no todos podemos correr igual.
Por cierto, hablando de "matar al padre" (no insistáis, no pienso hablar de Rajoy y Aznar), ¿tenéis vosotros algún episodio donde recordéis, grata o ingratamente, haber "matado al padre"?
La foto muestra las manos de L, de las cuales me solté, haciendo uno de los mejores abanicos que he visto nunca. Y sí, está un poco manipulada. Septiembre 2006.
Pero llega un momento en el que, por muchísimos motivos, tenemos que "matar al padre" para seguir creciendo.
Desde niño me ha fascinado la magia con cartas, cuerdas, botones, etc... (Juan Tamariz, "Nada x Aquí"...). Incluso alguna vez me atreví a intentar realizar algún truco, sin demasiado éxito. La cosa quedó ahí, aparcada. Lo único que me sabía hacer era disfrutar cuando tenía la suerte de pillar en televisión algún mago, cerrar la boca al terminar y recoger las babas con la fregona.
Años después, un día a finales de 2005, apareció L por casa, se sacó una baraja y me hizo un truco. Creo recordar difusamente el juego que era, aunque no estoy del todo seguro. Se ve que ese día yo estaba especialmente despierto (habría tomado café del bueno), le hice las preguntas apropiadas, intuí la base del juego, apunté, disparé y... ¡acerté! Si L no me hubiera ido confirmando mis sospechas, mis intuiciones, probablemente yo no podría haber ido dando los pasos siguientes, pero el caso es que lo hizo. Me fue llevando de la mano. (Según me dijo, si mis preguntas no hubieran ido bien encaminadas, no me habría revelado el truco). El caso es que todo el universo confabuló a mi favor. L fue "mi padre" en el tema de la MAGIA (algo que nunca le agradeceré lo suficiente). Después, ver cómo iban subiendo de nivel sus trucos fue un fuerte estímulo que me animó a ir imitándolo, a intentar conseguir yo hacer esos mismos trucos. Aunque nunca he llegado (NUNCA LLEGARE) a su nivel, el caso es que conseguí un nivel "decente", o al menos "autosatisfactorio", con 5 ó 6 truquillos que me permitieron encandilar a un par de parientes y arrancar aplausos de tres o cuatro amigos. Nada especial, pero a mí me valía.
L me puso en el camino. Después conseguí algunos libros y vídeos sobre el tema, y empecé a leer y estudiar por mi cuenta. Empecé a llevar una baraja siempre encima (L me regaló varias). L seguía avanzando y perfeccionando, y parecía (parece) dispuesto a llevarme de la mano siempre y cuando yo pusiera (ponga) interés de mi parte. Pero yo no podía limitarme a ir imitando sus trucos. Un día vi un truco en un vídeo de Juan Tamariz, lo repasé de arriba abajo varias veces (o mejor dicho, de atrás adelante), rebobinando, reproduciendo, rebobinando de nuevo, reproduciendo a cámara lenta... Lo ensayé muchas veces, iba paseando por la calle con la baraja en las manos, hasta que de pronto... voilà! Me salió. Lo probé con mis sufridos espectadores de siempre y funcionó. Mi siguiente reto era hacerle el truco a mi "padre" y ver qué opinaba.
Cuando vi a L esa noche, yo estaba un poco nervioso. Le enseñé el truco, me salió bien y le gustó. Por supuesto, captó el truco desde el primer momento, pero eso no me importaba; de hecho, yo contaba con eso. Simplemente, quería que me dijera si me había salido bien. Cuando lo terminé, comprendí que aunque no le hubiera gustado a él, me daba igual, porque yo sabía que me había salido bien, es decir, a MI me había gustado. Ese día sentí que me había soltado de la mano de mi "padre", y que había dado un paso por mí solo. Ese día había "matado al padre". Fue una pequeña-minúscula-insignificante alegría (demostrarme que podía andar sin ir cogido de la mano), pero al mismo tiempo, también una pequeña-minúscula-insignificante tristeza (aún no sé decir por qué exactamente).
Por supuesto, aún sigo andando a trompicones, mientras que mi padre está corriendo la maratón de San Silvestre, pero... no todos podemos correr igual.
Por cierto, hablando de "matar al padre" (no insistáis, no pienso hablar de Rajoy y Aznar), ¿tenéis vosotros algún episodio donde recordéis, grata o ingratamente, haber "matado al padre"?
La foto muestra las manos de L, de las cuales me solté, haciendo uno de los mejores abanicos que he visto nunca. Y sí, está un poco manipulada. Septiembre 2006.
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