La historia particular de amor/odio que mantiene mi hermana con la Panasonic DMC-TZ7 experimenta subidas y bajadas esporádicas.
Con esta foto, obtenida en el famoso "puente romano" (falso, pues es medieval) de Cangas de Onís, tras una larguísima exposición (60 segundos), que hizo que la Luna pareciera un sol, y hasta se ven las estrellas más brillantes, esa relación pegó un giro bastante brusco hacia un amor repentino.
Para entender la dificultad de obtenerla, baste decir que desde el puente, esos árboles que aparecen parduzcos en la fotografía, nosotros los veíamos como una masa negra, sin detalle de ningún tipo. Además, habíamos hecho varias fotos, jugando con sensiblidades ISO muy altas (demasiado ruido), con flash (¡puaj!), exposiciones medias (demasiado oscura)...
Encima, la presión: nos esperaban, y si salía mal estábamos seguros de que íbamos a hacer otra prueba más, lo cual implicaba unos 20/30 segundos para ver qué parámetro cambiar, más otro minuto de exposición. A todo esto, ya habíamos estirado de más el tiempo, así que... no quedaban muchas opciones. O salía bien o hacíamos otra prueba, fuera como fuera, y nos íbamos.
La foto salió, la miramos, y nos fuimos muy contentos. En realidad, más alegría de la que corresponde a la foto en sí, pero hay que entender esto en el contexto que he explicado.
A mí casi me produce un orgasmo. Mañana voy a mi pediatra, a ver qué me dice.
(Mejor verla en grande, haciendo clic sobre ella)
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