Hoy lo he descubierto. Un buen día, poco después de cumplir los 24, y justamente recién comprado mi primer coche, comencé a aficionarme a mirar por los agujeritos. Por entonces yo era un cándido. Al principio era algo inocente: asomarme a una ventana abierta, una puerta mal cerrada, el bolso de una amiga en una cafetería cuando había quedado medio abierto al caer de manera casual sobre la mesa...
El caso es que poco a poco fui convirtiéndome en un espía cada vez más atrevido. Empezaba a empinarme para mirar por las ventanas de las casas al caminar por la acera, a asomarme a las ventanillas de los coches, especialmente si llevaban los cristales tintados... Llegué a preocuparme cuando me sorprendía en mitad de la noche espiando a mis hermanos e incluso a mis padres por el agujero de la cerradura de su cuarto. Aprendí así muchas cosas de la vida (pues aunque tuviera 24 años, yo había sido un cándido hasta entonces). Pero no podía evitarlo. Cada vez quería más. Una vez, dos amigas lesbianas me sorprendieron y, extrañamente, en vez de reprocharme mi actitud, me invitaron a pasar al cuarto a unirme a ellas. Yo salí corriendo, pero... ¡es que seguía siendo un cándido!
Hasta hace unos días, nunca me había planteado la cuestión de si habría habido un detonante, un suceso puntual que hubiera dado lugar a esa costumbre. Quizá existiera, pero tendría que haber sido algo inconsciente, algo que delicadamente se hubiera implantado en mi cerebelo y, poco a poco, me hubiera convertido en un mirón. Una vez plantada la semilla, el desarrollo era inevitable.
Hoy lo he descubierto. Estaba sentado en mi coche, parado en un semáforo, y se me ha ocurrido bajar un poco la barbilla, mirarme el calzado.
Y he visto claro cuándo fue la primera vez que miré por un agujerito.
Cocinero....un texto sencillamente insinuante!!
ResponderEliminarTus palabras denotan que ya no eres tan cándido...o es una estratagema?
Besos insinuantes...
Sigo siendo tan cándido como el primer día... Ya lo verás cuando te pille, guapetona ;)
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