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martes, 22 de marzo de 2016

Nancy quiere entender a los españoles

¿Sabes lo que es el malange? ¿Y por qué algunos hombres, en España, cuando pasa una mujer guapa, al mirarla dicen "Canela. Canelita en rama"? Nancy tampoco lo sabe, pero lo está aprendiendo poco a poco.

La tesis de Nancy es una novela de Ramón J. Sender, escrita en forma de cartas, que nos cuenta la historia de una estudiante de filología que está aprendiendo la cultura y el idioma españoles nada menos que en Alcalá de Guadaíra, un pueblo de Sevilla, y dentro de un ambiente gitano y flamenco. Nancy incluso se echa un novio gitano, para aprender mejor. Y claro, no tardan en surgir los malentendidos, las expresiones que no logra comprender, las palabras mal pronunciadas, los juegos de palabras, el gracejo sevillano gitano...


Por un lado, me ha sorprendido la cantidad de anécdotas e historias que ya conocía en forma de chistes individuales y que he visto reflejados y conectados en esta historia. Ahora no sé si fue antes la novela y de ahí salieron los chistes, o si fueron antes los chistes y Sender los agrupó hábilmente en el libro. En el fondo qué más da. Por ejemplo, recuerdo que una profesora de inglés, en el instituto, nos contó hace años una anécdota de cuando estuvo en Inglaterra, que en las noticias de la radio y la tele oía la palabra "gorilas" hablando de España y resultó que al final se referían a las "guerrillas". La pronunciación inglesa de ambas palabras puede confundirse fácilmente. Pues bien, esa historia aparece en La tesis de Nancy y ahora ya dudo de si mi profesora nos engañó y nos contó en primera persona algo que había leído en este libro, o si realmente le ocurrió la confusión a ella también (todo pudiera ser).

Por otro lado, algunas ocurrencias de Nancy son para reflexionarlas detenidamente, pues son un hábil retrato del carácter español y encierran, aunque sea en forma de comentario jocoso, unas ideas muy serias. Como cuando dice

Parece que los españoles son muy feroces en las pequeñas guerras y no tanto en las grandes. Por eso tal vez no han estado en las últimas guerras mundiales. Y les alabo el gusto. 

No tengo claro que eso sea un piropo, a pesar de que Nancy nos alabe el gusto. Y es que he visto muchas veces esa ferocidad en "pequeñas guerras" (pongamos, una discusión en familia, o un debate en la barra del bar) pero cuando ha llegado el momento de las grandes nos echamos para atrás (por ejemplo, estoy harto de ver a gente quejarse de boquilla pero que se rajan a la hora de poner una reclamación por escrito, que sería algo que de verdad ayudaría a cambiar la situación que criticamos).

Otra cosa que podemos encontrar en esta novela es una suerte de realismo mágico que recuerda (ligeramente, eso sí) al de García Márquez en Cien años de soledad. Por ejemplo, la escena de la cabina de teléfonos, casi al final de la novela, es totalmente surrealista, y a mí me recuerda a esa famosa peliculita La Cabina, con López Vázquez. O cuando Nancy se pone a hablar del cenizo, ese personaje oscuro y siniestro, invisible, pero que ella percibe sentado a su lado en el coche y que le da mala espina.

En fin, no me ha parecido una novela magnífica, ni me he reído tanto como comenta alguna gente que ha hecho mientras leía esta novela, pero sí que he pasado unos cuantos ratos divertidos, así que la recomendaría como una lectura agradable. Si tienes raíces andaluzas, seguro que te gusta leer algunas de las confusiones y malentendidos de Nancy con expresiones que seguro que habrás oído más de una vez.

Y no os robo más tiempo, que es mejor que lo empleéis en La tesis de Nancy.

viernes, 18 de marzo de 2016

La llave de Sarah (libro)

Una gripe tiene algo bueno. Mientras estás convaleciente, en los momentos de mejoría temporal en los que por un rato deja de dolerte la cabeza y la congestión te da un respiro, tienes mucho tiempo libre para leer. Y eso me ha pasado a mí en estas últimas semanas. Tirarme cuatro días encamado me ha dado para muchas lecturas. Ya iré comentando algunas por aquí.

Una de ellas ha sido un libro que tenía aparcado ya mucho tiempo en mis estanterías. Y por fin me lo he podido terminar. En el pasado había hecho algún intento de leerlo, pero no terminaba de decidirme. La historia es demasiado triste y te tiene que pillar con el cuerpo fuerte, si no, lo normal es que uno tienda a evitarlo, no queriendo castigarse con otro dramón.


Elle s'appelait Sarah (Ella se llamaba Sarah) cuenta la típica historia de burradas hechas por los nazis contra los judíos, sólo que en esta ocasión los de las burradas no son los nazis de manera directa, sino la propia policía francesa, ¡contra ciudadanos franceses!, siguiendo una orden-petición de los nazis.

Se trata de un episodio real, que en Francia ha causado vergüenza durante muchas décadas, pero que finalmente se está reconociendo desde los poderes públicos, y se está asumiendo en los últimos años, como algo de lo que SE DEBE hablar y recordar, en vez de ocultarlo y silenciarlo.

Resumidamente, lo que ocurrió fue que la policía parisina sacó una noche a miles de judíos de sus propias casas, es decir, a sus propios ciudadanos, de nacionalidad francesa, a quienes debía servir, y los concentró en un estadio (el Velódromo de Invierno), desde donde los envió a los campos de concentración nazis. Todo ello salpicado de las típicas burradas, incluyendo separaciones de niños y sus padres y demás historias en cuyos detalles macabros no me apetece entrar.

La novela cuenta este episodio desde el punto de vista de una periodista americana que vive en París, y que se mete a investigar el pasado de una niña de las que fueron atrapadas en la redada de aquella fatídica noche de los años 40. Así, se van intercalando ambas líneas temporales en la narración.

Una historia dura, a mí me hizo soltar la lagrima en algún momento, pero que nos viene a decir que las cosas vergonzosas no hay que enterrarlas, sino que hay que airearlas para intentar aprender de los errores del pasado. Una novela muy recomendable, pero sólo cuando uno se encuentre con sus fuerzas a pleno rendimiento.

También existe una peli, de título La llave de Sarah. Aquí está el tráiler:


lunes, 14 de marzo de 2016

Vistas del Valle de Murcia y Castillo de la Luz

En la Sierra del Valle y Carrascoy, a 438 metros de altitud sobre el nivel del mar, se encuentra el Castillo de la Luz (también llamado de Santa Catalina del Monte y del Verdolay). Si subimos un poco más arriba tenemos unas vistas estupendas.

Recomendable echarle un vistazo, tiene incluso restos de un aljibe.


Si miramos un poco más de cerca el castillo


Las casas que se ven al fondo son la pedanía de La Alberca, y más al fondo, el valle del Segura.

Una pasada.

Otra vista, esta más cercana


La sierra que se ve al fondo es la Sierra de Ricote.
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