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martes, 15 de marzo de 2011

Arte y "arta definición" (y II)

En la misma línea de la entrada de ayer, aquí dejo esta espectacular vista de la Capilla Sixtina.

Que aproveche

http://www.vatican.va/various/cappelle/sistina_vr/index.html

Desde luego, nada que ver con mis fotos cuando estuve por allí en agosto 2003. Pero sí tengo la lista de precios de la cafetería del Vaticano, que está allí al ladico:

lunes, 14 de marzo de 2011

Primeras experiencias cibernéticas

(mi intención inicial era hablar del "valor de la desconexión" y al final, como es habitual en mí, las disgresiones me han hecho irme por los cerros de Carrascoy. Así que esto se ha convertido en la primera entrega de una serie de no-sé-cuántas entregas que, lógicamente, he tenido que retitular).
Recuerdo mis primeras experiencias con un ordenador. En el colegio habíamos oído hablar de algo llamado ordenadores, e incluso se rumoreaba que habían traído 2 ó 3 "dragones" al cole. Pero en realidad, creo que llegué a verlos de lejos, y no recuerdo si los toqué, aunque mi frágil memoria quiere creer que sí.

Avancemos el tiempo unos años.

Mediaba la década de los 80 (¿1985, 1986?) y mis manos se posaron por primera vez sobre las teclas de un Sinclair ZX Spectrum, en clase de la asignatura EATP Informática (muchos años después descubrí que EATP = Enseñanzas y Actividades Técnico-Profesionales). En esa clase, un grupo de "raritos" nos enfrentábamos con unos 10 ordenadores o así. Además del Spectrum, teníamos otro modelo de ordenador: el Amstrad CPC 6128, que representaba un salto cualitativo en cuanto a la velocidad de carga de los programas. El Spectrum leía los programas desde una cinta de casete, y el CPC lo hacía desde un disco. Infinitamente más rápido. Sin embargo, había 8 Spectrum y 2 CPCs, así que era muy difícil pillar estos últimos libres.

Cada semana te tocaba sentarte en uno u otro dependiendo de la prisa que te dieras al entrar al aula, o de la asistencia que hubiese. A veces nos sentábamos en parejas, otras individualmente. Por algo, yo fui cogiendo "cariño" al CPC, y de alguna manera la gente asumía que la silla del rincón del CPC era mía. Sin embargo, de vez en cuando también me sentaba con un Spectrum. Así que aprendí a programar el BASIC de ambas máquinas, cosa que tampoco tiene mucho mérito porque eran parecidos, aunque las diferencias nos obligaban, afortunadamente, a calentarnos un poco la cabeza.

Un día, entraba con mis padres al Pryca Zaraiche, a comprar nuestra primera televisión en color de la que yo, con el dinero que había ahorrado trabajando de camarero, iba a pagar una parte, y nos abordó un vendedor de enciclopedias. Dos circunstancias habían creado el clima idóneo para comprar una enciclopedia: pasta y ansia.

1. Pasta.
Yo tenía dinero ahorrado. Trabajando los fines de semana en el bar, desde los 13 años, a 5.000 pelas el finde, tenía una cantidad que me parecía una fortuna. No era "algo de dinero". Era un pastón, desde mi infantil punto de vista. Podía permitirme pagar media tele y la enciclopedia la podía financiar sin problemas. El precio de la enciclopedia era de 100.000 pelas, redondeando.

2. Ansia.
Mi sensación de que NECESITÁBAMOS una enciclopedia en casa. Mi hermana y yo sabíamos lo que era usar y bucear en una enciclopedia, a pesar de en casa no nos podíamos permitir el lujo hasta entonces de adquirir una. Pero la Pepita, nuestra vecina, tenía una fantástica Larousse, que era nuestra ventana al mundo. Siempre estábamos pidiéndole algún tomo para hacer tal o cual trabajo para el colegio (que si la aviación, que si las plantas...). Nos maravillaba y sentíamos que allí estaba TODO lo que había que saber. Como devoradores natos que éramos de libros, de la Larousse habíamos digerido una gran parte, y nos encantaba su sabor. Pero siempre teníamos que andar pidiéndola prestada. Nos apetecía tener la nuestra propia.

Pero hubo dos factores que allí, en la puerta del Pryca, resultaron decisivos para que adquiriésemos el "Diccionario Enciclopédico Salvat". Cuando el vendedor presumía de que aquí estaba "toda la información de los pueblos de España", mi madre soltó:

- Ya, bueno, no sé. Seguro que mi pueblo no sale



El vendedor contraatacó:
- ¿Cómo que no? Seguro que sí. ¿Tiene ayuntamiento propio o es pedanía?

- Tiene ayuntamiento

- Entonces sale, seguro.

- No creo. Busca.

Efectivamente, allí estaba: 185 habitantes. Tres escasas líneas. Pero salía. Punto (mejor, puntazo) para la Salvat y el vendedor, y cura de humildad para mi madre y, para qué negarlo, también para mí que no esperaba que Laroya apareciese allí. La Salvat ya tenía la mitad de mi corazón

Pero es que además, y este fue el segundo factor, con la enciclo venía de regalo... (chachán...) ¡¡un Spectrum!! Jooooooder, iba a ser mi oportunidad de tener un ordenador propio. ¡Compramos, compramos, compramos!

(continuará)

Imagen: una foto del pueblo que tomé en septiembre de 2007, adonde había ido a disfrutar las fiestas de San Ramón Nonato (31 de agosto).

Arte y "arta" (definición)

Bueno, pues para los que

1) no pueden viajar tanto como quisieran, y por este motivo se quedan sin ver los museos que les gustaría

2) nos gusta viajar, pero la dosis de museos que "ingerimos" en estos viajes suele ser bastante reducida, por los motivos que sea (en mi caso, intento dedicar el tiempo a otras cosas, aunque, claro, algún museo sí que hay que ver)

pues, para ambos casos, decía, nada mejor que echar un vistazo a lo que han hecho los críos estos de Google (si es que no paran, las criaturicas)

http://www.googleartproject.com

Mi amigo Miguel está trabajando últimamente en cosas parecidas, y también aquí podéis ver un cuadro de su hermano con una técnica similar. De hecho, me gusta más el plugin visor de imágenes en HD, el HD View, pues integra la rueda del ratón, cosa que no parece funcionar en el de Google.

http://colos2.inf.um.es/test/virgenes.html

Antes de poder ver las imágenes, tenéis que instalar el plugin HD View.

Os aconsejo ampliar las imágenes hasta el máximo detalle. Veréis los trazos más insignificantes del pincel. Una imagen curiosa.

Y sí, ya me sé de alguno que se va a ir directamente a ampliar el pezón de las vírgenes. Que lo disfrutéis. El derroche de color en esa zona es espectacular.

viernes, 11 de marzo de 2011

Asesores lingüísticos

Bueno, yo la verdad es que no creo que sea necesaria una maceta para eso, pero, en fin, debe haber cada campeón por ahí...


Lo mejor es la leyenda: "Interior lacado para inpermeabilizar..."

Este es un ejemplo de lo que pasa cuando uno no tiene cuidado con la adaptación de los nombres de los productos a otros idiomas. Siempre nos han puesto como ejemplo de empresa que quería que su nombre se pronunciase más o menos igual en todos los idiomas a Kodak. Sí, la de las fotos.

Errores similares en el pasado ya los tuvieron empresas con el Mitsubishi (el "Pajero" tuvieron que renombrarlo como Galloper), Nissan con el "Moco" y Mazda con el "Laputa".


En Colombia, hace unos años, el Banco de Santander tuvo que renombrar su famosa "cuenta del elefante" como la "cuenta del hipopótamo", ya que el elefante fue asociado a un caso de financiación de la campaña electoral del presidente Ernesto-Samper con dinero del narcotráfico. El político dijo que pudiera haber sido así, pero sin su conocimiento. Un obispo dijo que eso era como si a uno le entraba un elefante en casa y no se enteraba, y el elefante quedó a partir de ahí "manchado" y "corrupto" por el narcotráfico.

En fin, que también hacen falta los asesores lingüísticos, como veréis. Así que, como le decía precisamente anoche en TVE1 Antonio Alcántara a su hijo Carlitos en "Cuéntame":

Nada, hijo, que si quieres estudiar "eso", pues adelante. No todo el mundo ha de ser arquitecto o médico, también harán falta "filólogos hispánicos" de esos en España.  Digo yo.

¿O no?

En cualquier caso, voy a comprarme algunas macetas, por si acaso...
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